Interesante artículo que hace un repaso a la historia de La Catarina desde el punto de vista de Jorge Calles: antiguo profesor y jefe de departamento de Ciencias de la Comunicación (el culpable de muchos periodos de bonanza en la carrera) así como mi director de tesis cuando estudié en la UDLA:
"La Catarina, alimento de dinosaurio"publicado en la versión electrónica del diario Presente de Tabasco
4 comments:
Es interesantes que hasta el prof. Calles crea que la caricatura de los cerdos y los perros haya detonado los acontecimientos de verano, tan trágicos para la UDLA. Puede que hubiera causado molestias, pero ni así el patronato respaldaría el cierre del periódico. La Catarina censurada, la no publicada al ser tomadas sus instalaciones, contiene el verdadero motivo del asalto. Ese número estuvo disponible en línea por algún tiempo. Si alguien lo rescata, verán por qué está pasando lo que está pasando, y por qué los que debieran ser los principales benefactores de la UDLA están dispuestos a arriesgarlo todo.
puedes explicar?
AL ANÓNIMO DE LAS 11:18 PM
El anónimo de las 12:28 am no cree que La Catarina con las caricaturas de Mario Marín y el rector haya detonado todo esto. Él cree que la verdadera causante detrás de toda la represión en contra de La Catarina tiene que ver con el número censurado en enero, el que hablaba de las inscripciones y que nunca pudo publicarse.
Y puede que tenga razón...
Decisiones tan drásticas y tan perjudiciales para la institución no se tomarían, o el patronato no las respaldaría, solamente por defender el honor mancillado del ya desprestigiado góber y su entrañable amigo el rector. En cualquier caso, podrían haberse encogido de hombros ante el ejercicio de la libertad de expresión que no resultaba favorable a sus aliados. Pero lo que no fue tolerable fue que esa libertad de expresión expusiera a un integrante de la familia. Varias de las notas y artículos de opinión lo cuestionaban duramente, lo responsabilizaban del desastre en su área, afectando a toda la universidad, y de hecho pedían su cabeza. Se preguntaban como alguien solo por ser de la familia y sin tener la preparación necesaria estaba a cargo de una de las áreas más críticas de la institución y demandaban una rectificación. Eso sí que no fue tolerable, y la familia decidió proteger a uno de sus miembros a costa de lo que fuera. El empleado de mayor rango en la UDLA tuvo que plegarse ante esto, decidiendo que las prebendas del puesto bien valian el desprestigio y el encono de la comunidad. Evidentemente, tanto la familia como su empleado subestimaron las consecuencias.
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